Por Federico Seineldin
Estoy viendo a Njambre como un Dojo, un espacio donde se aprenden artes marciales y prácticas espirituales.
Nuestro Dojo es cocreador de sabiduría, esa sabiduría necesaria para entender nuestras complejidades, nuestros límites y nuestras capacidades para la construcción de sociedades sostenibles en un mundo finito, frágil y vivo.
Artes marciales como técnicas, experiencias y enseñanzas para producir de manera pertinente productos y servicios que nos beneficien a todos (personas y planeta). De manera responsable y cariñosa, donde el lucro es un medio, no un fin.
Prácticas espirituales y vivencias , donde podemos darnos cuenta lo enormemente interconectados que estamos , donde sabemos que no nos salvamos solos y que nuestros deseos egoístas nos destruyen como personas y manada. Un lugar donde debemos cuidar y donde nos cuidan.
(*) Conocé más sobre Federico Seineldin aquí.
Comentá esta nota