Comenzó el programa de Susana Giménez, un clásico y, a su vez, un éxito. Los estereotipos que se fueron incrementando y afianzando a lo largo de los años se reflejan casi a diario en dicho magazine. Desde el discurso de la conductora se sostienen ciertos modelos de conducta, arquetipos femeninos y actitudes fundamentalistas que parecieran ser los únicos válidos.

Un grupo de estudiantes de Formación docente, mis alumnos del ISEF N°11, me sugirieron vea el video de presentación del programa y me alertaron de ciertos ejemplos que se explicitan de una manera rígida e inmutable, mientras el espectador lo recibe impávido frente a la pantalla. Una mujer con fortuna, en un auto descapotable por las calles de una ciudad emblemática de la riqueza argentina, Punta de Este (Uruguay), que viaja en helicóptero y en una moto ostentosa con un hombre que reúne los cánones de la belleza actual. No faltó la chacra privada, con una gran piscina, perros de raza y una modista a domicilio en una sala de mármoles blancos. Como contracara un vendedor de biromes le recuerda que su vuelta es muy esperada y un “lavavidrios” le pide una moneda en un semáforo, ambos con un lenguaje estereotipado, como si éste fuera propio de un sector social determinado. Como si esto fuera poco, muestra una imagen de mujer joven, flaca y plenamente feliz.

En dicha presentación queda clara, excesivamente expuesta, la cultura del consumo; cultura que favorecen la estilización de la vida, bajo el supuesto de que la vida estética es la mejor, donde se valorizan ciertas costumbres y valores como únicamente legitimados. Y donde el consumo tiene una función fundamental porque contribuye a establecer estilos de vida diferenciados. Quizás, hace unos años atrás, hubiera aparecido en esta presentación el teléfono celular, pero hoy ya no es un objeto de lujo, de unos pocos, sino que se ha masificado y la mayoría de la población accede a él.

Consumo, cultura de la imagen, tecnología son sinónimos o características de la posmodernidad, movimiento filosófico que surge a mediados del siglo XX; el cual da origen a nueva sociedad automatizada y conectada, que le permitiría al hombre una nueva manera de concebir la libertad. Casas inteligentes, que abren y cierran sus puertas y ventanas automáticamente o canillas que riegan el jardín a la hora programada, microondas, freezers, aire acondicionado, computadoras personales que logran una intercomunicación permanente entre los hombres, que darían cuenta de una vida fácil de llevar y, por qué no más tranquila. Estas ventajas del mudo de hoy no justifican las consecuencias nefastas que suelen traer aparejadas.

Sin embargo, que estudiantes del profesorado puedan alertarme de la violencia simbólica que se refleja en el programa, de la necesidad de analizar lo que “nos vende” la televisión no es poco en los días que corren. Ellos son los que tendrán en sus manos a los niños y jóvenes, quienes los formarán en la escuela u otros espacios educativos, ellos son la esperanza de creer que algún cambio es posible.

Susana tiene TODO, al menos aparenta tenerlo: cuerpo bello para el imaginario social, dinero, éxito, hombres, helicóptero, moto y auto de lujo; resta averiguar si ha logrado la felicidad.

(*) La autora es Doctoranda y Profesora en Ciencias de la Educación. Profesora en Filosofía, Psicología y Pedagogía. Diplomada y Especialista en Gestión Educativa. Blog personal carinacabo.com.ar